A principios de los 90, la desintegración de la URSS dejó a varios estados con armamento y almacenes nucleares, con poca o ninguna supervisión.
Kazajistán tenía en su arsenal varios ICBMs, y distintas instalaciones con uranio enriquecido al 90%. Los Estados Unidos estaban paranoicos pensando en la posibilidad de que países como Irán, Irak o Siria pudiesen obtener ese uranio ya tratado con el que podrían construir una veintena de armas nucleares sin demasiado problema.
La negociación con el entonces todavía débil gobierno kazajo de Nazarbáyev debía hacerse con sumo cuidado, y sorteando las luchas de poder de otras poderosas facciones de la zona que pugnaban por el control del uranio.
Se creó un operativo para intentar una operación encubierta, y trasladar todo ese material rumbo a los Estados Unidos.
Pero los planes nunca funcionan como se diseñan al principio, y esa operación sufrió un contratiempo difícil de solucionar.
Te lo cuenta nuestro asesor nuclear de guardia, 🦕 Antonio Gómez.
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